martes, 13 de marzo de 2012

El pueblo costero de Ham Ninh. (8ª parte)


Al tomar el desvío hacia la costa contraria a Duong Dong, nos encontramos con una carretera que alguna vez estubo asfatada para los dos sentidos, pero que en la actualidad, de ese asfalto solo queda la parte central de la misma y bastante estropeado, por la que acumulaba una infinidad de motocicletas que se movían como buenamente podían, y algún que otro camioncito o furgoneta, que corren a toda velocidad, sin tener en cuenta la peligrosidad de ir a semejantes velocidades entre la multitud de motoristas.
Es bastante peligroso, pues cuando te "embisten" así, la única solución, es salirse de la parte asfaltada, donde una infinidad de trampas en forma de baches, charcos y piedras sueltas, te esperan para desafiar tu destreza con la moto.
Aproximadamente a unos 10 kilómetros de Doung Dong, se haya el pequeño pueblo de Ham Ninh, que te recibe con una serie de curiosos restaurantes, en los que colocan a plena calle, una multitud de acuarios repletos de caballitos de mar, supuestamente para comerlos, como hacemos aquí con las langostas, por dar un ejemplo.

Vista panorámica a la izquierda, desde el puente - muelle.

La otra peculiaridad del pueblo, es el larguísimo y estrecho muelle, puede que de varios cientos de metros, que se adentra en la playa, por el que solo cabe un coche o moto con carro por vez, que se usa para trasladar las capturas de las barcazas de pesca, hasta los restaurantes de la orilla.

Vista panorámica a la derecha, desde el puente - muelle.

Curioso es también, ver que las gentes se adentraban en el mar, varios centenares de metros, con el agua llegándoles solamente a las rodillas, dedicándose a atender sus embarcaciones, o a mariscar pequeños moluscos.



Mención especial aquí para una señora, que después de haberla fotografiado en plena mariscada, a la hora de elaborar éste blog, la hemos podido contemplar también inmortalizada en álbunes de fotos de otros viajeros.


Este pueblo emanaba pura paz y tranquilidad, y después de un largo rato de absoluta contemplación y disfrute desde el estrecho muelle, el estómago nos recordó que no le habíamos echado nada en todo el día, así que nos metimos en el primer restaurante que encontramos justo a la entrada del mismo.

Merendamos una enorme bandeja de Seafood con noodles.
Para que se entienda, el seafood, son como unos calamarcillos de tamaño medio, entre chopitos y chipirones, y por supuesto, los noodles típicos que nunca fallan en toda Asia como acompañamiento a cualquier comida, fideos de arroz al estilo espaguettis.
De la comida, sobre todo podemos decir que era fresca, y que la devoramos por el hambre que traíamos, pero el punto de cocina vietnamita, por lo menos en cuanto a productos del mar, es algo crudo para nuestro paladar. A pesar de ello, estaba buena. 

Ya saciada nuestra hambre, empezando a caer el sol ya, retomamos el camino de vuelta directamente a Long Beach, pues la idea original de acercarnos hasta el muelle de Bai Bong, quedó descartada al ver el estado fangoso de la carretera.

En un momento nos encontramos nuevamente en el caos de carretera, rodeados por doquier de jóvenes motoristas que regresaban también a Duong Dong, por lo que dedujimos que ese pueblo es un sitio de reunión para la juventud local.


Entonces ocurrió la anécdota del episodio.
Muchos de estos chicos, por la novedad de nuestra presencia, nos gastaban bromas desde sus motos, o nos tomaban fotografías con sus móviles, y alguno, hasta se atrevía a intentar entablar conversación con nosotros desde su moto.
Un joven con bigote y perilla, llevaba de "paquete" a un delgado señor occidental, rubio y con pinta de hippie entrado en años y con aspecto de estar asentado en el lugar, se colocó a nuestro lado y comenzamos una conversación boba mientras conducíamos bajo la atenta mirada de otros muchos motoristas, hasta que de repente oímos derrapes delante de nosotros y todos tuvimos que hacer una frenada de emergencia.

Un pequeño camión, se encontraba detenido en medio de la carretera,  y casi chocamos como unas veinte motos contra su parte trasera.
Los motoristas comenzamos pues, a adelantar el inmóvil obstáculo por los laterales del camino, hasta que al terminar con la maniobra vimos y comprendimos lo que había pasado.

Dos motoristas se habían tocado, perdiendo el equilibrio y accidentándose. Un joven se encontraba en el suelo retorciéndose de dolor, ensangrentado y con bastante mal aspecto.
Algunos seguían de largo como si tal cosa y otros se paraban a intentar ayudarlo, pero lo que más nos chocó, fue la actitud del conductor del camión tocando el claxon insistentemente haciendo indicaciones de que retirasen al chico para un lado para él poder proseguir su camino...¡hay de todo en todos los lados!

Éste incidente nos subió la guardia, ya que estábamos demasiado confiados conduciendo la moto, como dos vietnamitas más. Pero hasta ellos, que han nacido con una moto en la mano y entre millones de ellas, también se caen.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...