El 29 de septiembre de 2011, emprendimos nuestro regreso hacia el sudoeste asiático. Un viaje de 37 días de duración, donde buscábamos reencontrarnos nuevamente con las sensaciones que vivimos en China el año pasado. Sensaciones vitales, con las que al mismo tiempo, buscábamos reencontrarnos a nosotros mismos y probar nuestros límites de aventura y supervivencia.
Después de unos cuantos meses de haber decidido que ése era nuestro próximo destino, buscamos un poco de información en Internet y decidimos cuales serían los lugares que querríamos visitar.
En principio, el recorrido que nos gustaba, sería algo similar a éste:

Entrada nuevamente a Tailandia rumbo Bangkok, y una vez llegados allí, avión de vuelta.
Pero, por los motivos que comenzaremos a relatar a lo largo de esta historia, hubo un importante cambio improvisado en el sentido del camino que primeramente habíamos imaginado, con alguna omisión en algunos de los lugares de nuestro interés, pero incluyendo otros con los que no habíamos contado, sobre todo, porque no pensábamos que dentro del tiempo del que disponíamos, pudiésemos hacerlo.
Así que, definitivamente, nuestra aventura, y digo aventura y no viaje, pues realmente lo fue, improvisando y adaptando a las circunstancias el siguiente punto de visita, quedó como sigue (En realidad, nos sobró tiempo y continuamos el viaje por la España peninsular, pero esa, es la historia que continúa a ésta):
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Pues el coronavirus cambio mis planes de viajes a Camboya, pero quiza el año proximo los visite
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