jueves, 15 de diciembre de 2011

Los templos de Angkor. 8ª parte. Ta Som.


La siguiente parada de la mañana, el Templo de Ta Som.

Un templo pequeño, pero con una entrada impresionante. Una puerta adornada con una cúpula con una cara como las del Templo de Bayon, con un árbol cuyas raíces han abrazado y rodeado la puerta en el lado interior del templo.



Allí, unas cuantas niñas se intentaban ganar un dinerillo vendiendo la misma chatarrita de siempre y comían todas de una bolsita plástica puñaditos de arroz.


Una de ellas, de unos cinco años, nos ofrecía pulseritas: "one dolar for one, two, three...!"

Como no le hacíamos caso lo intentó nuevamente en italiano: "one dolar per uno, due, tre..."

Yo, le continué con la cuenta hasta diez y le dije:
In deucshtland "one dolar for einz, zwei, drei...", y ella, me continuó con la cuenta en alemán hasta diez.

En español, le volví a decir: one dolar for, una, dos, tres y ella, me continuó la cuenta hasta diez en español...

In chinese, le dije esta vez, y comencé a contarle en chino: yi, ar, sháan...y ella, me continuó hasta diez en chino...

¡es una pasada como agudiza el ingenio la necesidad! La niña, de no más de cinco años de edad, sabía contar en cualquier idioma que le propusieras, nos dejó impresionados.



El interior de este templo, el Ta Som, no tenía nada digno de mención, salvo muchos bloques y rocas producto del derruimiento del mismo, unos cuantos charcos donde los niños intentaban pescar con sus pequeñas cañas en mano y poco más.
Eso sí, repetimos que la puerta por la que se accede, es sencillamente espectacular.

Al salir del templo, nos pusimos a regatear por unas botellas de agua en uno de los chiringuitos.
 Nuestra intención era quitarnos los pocos Rieles Camboyanos que nos habían devuelto en uno de los pagos que hicimos en Siem Reap, al pagar una cena la noche anterior en dólares.
Como eran muy pocos los Rieles Camboyanos que teníamos, y no nos daba, decidí probar a ver si era verdad eso que tanto habíamos leído de que allí se acepta todo tipo de moneda. El dinero que nos faltaba para las dos botellas de agua, decidí, por hacer el experimento, intentar pagarlo con las monedas Tailandesas que nos quedaban.
 

Dicho y hecho. En un momento se montó un batiburrillo de gente alrededor nuestro decidiendo cuál era el cambio Bath-Riel.

Yo les propuse hacer el cambio de un Bath por cien Riels y ellos lo aceptaron entre risas, sin más.


Allí mismo, nos volvimos a tropezar con nuestro amigo español, el chico de los tatuajes, que nos contó su batallita en el día de hoy en los templos.
Por lo visto, había uno al íbamos a ir, el Preak Neak Pean, que estaba totalmente inundado, y él para pasar, se había remangado los pantalones y con sus cholas, se había metido a caminar por allí.


Cuando vimos a Sam Om, le comentamos lo del templo sumergido, él nos dijo que ya lo sabía y que por ese motivo, lo había excluido de la ruta.
 Así las cosas, nos propuso buscar un sitio para almorzar, y aceptamos de muy buen grado.

Al llegar al chiringuito que él buscó, nos atendió una sonriente camarera.

Su cara, su simpatía y desparpajo con nosotros me gustaron mucho y así se lo hice saber a Marijose, que me contestó que si ya me estaba pasando lo mismo que en Chengdú, donde siempre me estaba confundiendo de chino y no era capaz de reconocerlos. ¿Qué no ves que es la mujer de Sam Om, bobo?

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