sábado, 26 de noviembre de 2011

Los templos de Angkor. 1ª Parte. Bayon.

Templo de Bayon desde lejos, fijaros bien y buscar las caras...
Después del trámite de la entrada, Sam Om nos condujo hacia la zona monumental de Angkor Thom, a la que accedimos a través de la puerta sur.

Justo al pasar la puerta, vimos como la carretera ganaba en vida, es decir, estaba llena de Tuk Tuks y algunos elefantes transportando turistas, que se dirigían a diestro y siniestro de un templo a otro.
Algunos turistas daban de comer de la mano a pequeños monos salvajes, que bajaban de los árboles a curiosear qué les ofrecían.
Otros compraban comida en los puestos de comida ambulante...vamos, un frenesí.















Sam Om, se movió magistralmente entre ese jaleo, esquivando minibuses, coches y demás, y nos dejó en la entrada de uno de los sitios más impresionantes de los que queríamos ver:


El Templo de Bayon.

Nos hemos encontrado por la red otros blogs de viajeros, de los que hemos sacado bastante y buena información de los sitios que queríamos ver, pero una vez hemos llegado allí, nos hemos dado cuenta de que, lo que realmente han hecho, es copiar información de las guías de viaje y adjuntarla a sus fotografías, cosa que nunca hemos querido hacer nosotros en nuestros blogs. Así que, con la belleza de este lugar, lo lógico es que no tengamos suficientes palabras para rellenar este artículo.














No creo que importe, pues las imágenes hablarán por sí mismas.
Solo dar un par de datos y nuestra humilde opinión.

Lo primero que se nos ocurre decir, es que ya no quedan lugares vírgenes en el planeta.
Cuando veíamos imágenes de este sitio en nuestros programas favoritos de televisión, de viajes evidentemente, parecía que se hallara en un lugar más remoto, más salvaje y con menos gente.

Todo Angkor, es un sitio superturístico y lleno de turistas hasta la bandera. Y eso, que nos comentaron, que por la época del año en la que estábamos, y por la circunstancia de que este año, la temporada de lluvias se había prolongado demasiado, no había tantos vistitantes como de costumbre.
Y lo tiene que ser, sin duda. No solo porque lo que hay que ver es una de las maravillas hechas por el hombre en la antigüedad más sobresalientes de la historia, sino porque si no se acotasen y se pusieran normas sobre como ver, qué hacer y como comportarse a muchos, que no a todos, de los incívicos turistas, poco nos iban a durar.


El templo de Bayon, tiene 216 caras talladas a lo largo de todas sus torres, que desde lejos, cuando llegas al lugar, casi no las aprecias, pero que según vas caminando por aquí o por allá, subiendo o bajando por sus tres niveles, vas descubriendo al sentirte observado por ellas con sus miradas frías y son intrigantes sonrisas.


Además de las caras, Bayon, contiene más de un kilómetro de bajorrelieves muy bonitos y famosos, que no hay que perderse.
Después de unas cuantas horas deambulando por el magnífico lugar, con el corazón hinchado por haber conseguido llegar hasta uno de los sitios que deseábamos ver y sentir antes de que acabe nuestro tiempo, pusimos camino a pié, hacia otro de los impresionantes templos que hay justo al lado.

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