jueves, 1 de diciembre de 2011

Los templos de Angkor. 4ª parte. Ta Prohm (el templo de Tom Raider).

Al terminar nuestro almuerzo, salimos en busca de Sam Om y en lo que tardamos en encontrarlo, nos asaltaron los niños intentando que les compráramos cositas.
¡Ay, los niños! ¡Qué penita que dan!


Aquí, la pobreza es tan extrema, que hay cientos de niños repartidos por todos los templos, acechando a los turistas para intentar venderles alguna cosita.

Yo me niego rotundamente a comprarles nada, pues seguro que el día que los turistas no les compren, sus padres dejarán de enviarlos a perseguir turistas, y entonces, los enviarán al colegio. Lo que sucede es que todos tenemos nuestro "corazoncito" y algunas veces tenemos que "pasar por el aro". Procuramos que sean las menos posibles.


Retomamos el camino, en dirección al templo de Ta Prohm ,que se ha hecho mundialmente conocido, por ser el escenario donde se rodó la película Tom Raider.

En el tramo que hubo que andar desde la carretera donde nos dejó Sam Om, hasta la entrada del templo, obtuvimos imágenes y sensaciones para recordar toda la vida. Los niños jugaban, se bañaban o simplemente intentaban pescar alguno de los minúsculos pececillos que les sirven de tentempié, en los riachuelillos que discurren por la selva.
Nada más entrar en el Ta Prohm, se te queda un "regusto amargoso", debido al aspecto tan turístico que tiene.
Esa fachada principal, donde esas raíces, tan famosamente inmortalizadas en Tom Raider, se haya en reformas y restauración actualmente, y se han colocado pasillos y plataformas de madera, para que los turistas no se salgan de ellas.


Por un lado, sabemos que son muy necesarias para la conservación, pero por el otro, uno siempre espera encontrarse estos sitios con un estado un poco más salvaje, por así expresarlo.
 















Sin embargo, según te adentras en las entrañas del lugar, cuando se te va pasando el "susto inicial" de ver el templo tan preparado para los turistas, se te van abriendo los ojos a esos maravillosos edificios construídos en la antiguedad en piedra, que ha sido inundada por los líquenes y abrazadas por doquier, por las enormes raíces de los impresionantes árboles que moran la selva, y que son los que producen esas perennes sombras, que hacen resfrescar momentáneamente tu estancia del eterno calor húmedo de Camboya.
 Después de todo, ciertamente, nos gustó mucho la magia o "ambiente especial" que se respira en este templo, a pesar de lo explotado turísticamente.

 
Una anécdota simpática: Un turista, con camiseta de mangas recortadas, luciendo unos tatuajes impresionates, se nos acerca y nos habla en inglés, con acento norteamericano muy marcado, y nos pide que lo fotografiemos con su cámara, para que se le vea junto a las espectaculares raíces de una de las fachadas del templo.
Aceptamos de buen grado.
Al salir del templo, mientras regateábamos por unas botellas de agua y unos helados, se nos acerca nuevamente el chico, que nos había oído hablar entre nosotros, y nos exclama: "¡joder! ¡ya me podíais haber dicho que erais españoles!"
Nos reímos un rato con él, un joven treintañero madrileño, que vive en New York, y por un tema de visados había vuelto a España unos meses, y para aprovechar el parón, estaba visitando Asia él solo.

A pesar de que nos lo volvimos a encontrar en Siem Reap y charlamos animadamente unas cuantas veces más, ninguno de nosotros tuvo la precaución de preguntarnos los nombres, pero sí que le hablamos de nuestro blog, o sea que si algún día se pasa por aquí, queremos saludarle y desearle lo mejor en su vida.
A la salida que se encuentra en el otro extremo, nos aguardaba Sam Om, al que hicimos esperar un buen rato, ya que disfrutamos del templo todo lo tranquilos que quisimos, para conducirnos al lugar para el que expresamente habíamos venido hasta aquí...

1 comentario:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...