domingo, 8 de abril de 2012

Hanoi. La caótica capital del norte de Vietnam.

La mañana amaneció exactamente igual que el día anterior. Un tremendo aguacero caía desde el cielo de Hoi An, haciendo imposible cualquier intento de moverse por la ciudad.
Lo mejor que pudimos hacer, fue haber comprado los billetes de avión desde ayer para poder irnos de allí.

Calles del centro de Hanoi.
En el aeropuerto de Danang, después de haber facturado el equipaje, ya en la puerta de embarque, los trabajadores del servicio de seguridad, se pusieron muy tontos por un pequeño trípode que cargaba en la mochila.
Su intransigencia fue ridícula, pues ese pequeño trípode había viajado como equipaje de mano en los vuelos de Tenerife a Madrid, de Madrid a El Cairo, de El Cairo a Bangkok, de Ho Chi Minh a Phu Quoc, de Phu Quoc a Ho Chi Minh y de allí, a Hué...
por lo que se deduce que todo depende de lo "tikis-mikis" que sea el tío/a de seguridad.
Esa intransigencia, hizo que cuando nos tuvimos que volver a facturar el dichoso trípode, me dejara olvidado el pasaporte en el mostrador de seguridad.
Fue una anécdota curiosa, pues al darnos cuenta del fatal error, nos dimos la vuelta y corrimos en busca del pasaporte, cruzando nuevamente la puerta de embarque, a toda velocidad, mientras "seguritas" y militares armados, ni se inmutaron cuando nos saltamos "a la torera" las medidas de seguridad para recuperarlo.

Calles del centro de Hanoi.
Durante las casi dos horas que duró el vuelo, buscamos información sobre Hanoi, de los lugares importantes visitar y de las cosas que hacer. Leímos largo y tendido, sobre las precauciones a tomar en esa ciudad, de la que se dice que está repleta de timadores.

Hoy en día, nosotros podemos decir que esa afirmación es cierta.
Todo, absolutamente todo el mundo en Hanoi, cuando ve un turista, ve "dinero fácil" y "cara de tonto", por lo que tratan de sacárselo de las peores maneras, ya sea un taxista, el recepcionista de un hotel, o el vendedor de un chiringuito.

A la salida del aeropuerto, buscamos el autobús público para llegar hasta el centro y preguntamos por él en un punto de información turística.
En lugar de indicarnos donde conseguirlo, la agente del punto de información, se dedicó a intentar vendernos excursiones, tours, hoteles, de más que dudosa oficialidad.

Era nuestra primera toma de contacto con cómo se las gastan en Hanoi.

Después de que no consiguiéramos que nos diera la información que le solicitábamos, ya que la chica del punto de información continuaba ofreciéndonos sus productos, la dejamos hablando sola y continuamos nuestra búsqueda por el exterior del aeropuerto.
 Al vernos caminar solos, mirando un mapa, un policía se nos acercó. Le contamos que buscábamos el autobús hacia el centro de Hanoi
El policía, hizo señas a un hombre que conducía un carricoche, semejante a los de los campos de golf y nos dijo que tendríamos que llegar hasta la parada en ese medio de transporte, pues no se podía caminar por esa zona.
5.000 VNDs nos pidió el conductor del carricoche, a cada uno, para llevarnos a la parada. No estábamos de acuerdo, pero el policía insistía en que no podíamos ir a pié, y lo que ocurrió a continuación fue de chiste.
El carricoche, nos cruzó la calle temerariamente, y como 50 metros más adelante, se detuvo delante de unas cuantas personas que esperaban sentadas en el bordillo de una destartalada acera a que llegase la guagua pública por la polvorienta carretera.
Abronqué al conductor del carricoche, pero éste no hablaba ni "j" de otro idioma que no fuera el suyo, o sea que a pesar de que notó el "mosqueo", el pequeño timo ya estaba consumado, y digo pequeño, pues esa cantidad, no llega casi a los 50 céntimos de Euro.

Bus público en las calles de Hanoi.
Allí, esperando junto a varias personas de aspecto humilde, caímos en la cuenta de que no llovía, al fin, que el intenso sol que nos estaba achicharrando, era un gran contrapunto con el clima que nos había perseguido por todo el sur de Vietnam.
El autobús llegó y descargó a sus pasajeros. El conductor se bajó y caminó hasta la parte de atrás del vehículo y yo me encaminé hacia él para preguntarle si éste era el que deberíamos tomar para llegar hasta el centro de la ciudad.

Cuando llegué hasta la parte trasera de la guagua, resulta que pillé al conductor orinando en unas de las ruedas traseras, lo que lo sobresaltó de tal modo que, literalmente, casi se mea en los pantalones. Después de unas carcajadas de ambos, con un primitivo inglés, me confirmó que ése era nuestro autobús.

Una hora y media duró el trayecto, a través de polvorientas carreteras, de tierra o mal asfaltada, cruzando laberínticos barrios con enormes edificios, repletos de gente deambulando de un lado para otro, trabajando unos, en sus motocicletas otros. Un mundo extraño para nuestros ojos, como mezclando, entre hace treinta años de los nuestros y la más absoluta de las modernidades.

Durante ese trayecto, el joven cobrador del autobús, nos pidió 5.000 VNDs a cada uno por nuestros pasajes, ( lo mismo que el carricoche por 50 metros ).
La gente que esperaba la guagua junto a las paradas, generalmente un tubo de acero con un letrero, hacía señales extendiendo su mano para que el conductor se percatara de su presencia, y cuando subían a bordo, saludaban con una reverencia, primero al conductor y después al cobrador, y a nosotros dos, cuando nos descubrían entre todos ellos, unos extranjeros utilizando su mismo transporte público. Se asombraban y sonreían con sana curiosidad. Algunos incluso, se interesaron por nosotros, para ayudarnos a encontrar nuestra parada, pero la comunicación se nos hizo muy dificultosa.
A pesar de todo, entre las señales de un mapa que conseguimos en el aeropuerto y los simpáticos pasajeros, acertamos a bajarnos en pleno centro de Hanoi.
Nos despedimos del conductor, cobrador y pasajeros, que sonrientemente agitaban la manos con el bye bye correspondiente...cuando el bus se alejó, nos dimos de bruces con una maravillosa locura.

Peluquería callejera en las calles de Hanoi.
Un caos absoluto. Ruido, gente, coches, motos, carros, animales, etc, todo, en las laberínticas calles, repletas, a rebosar, de todo tipo de puestos y negocios callejeros...

¡Aquello era justo, lo que todos tenemos en la mente cuando pensamos en Asia!



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...