martes, 24 de abril de 2012

El mercado de Sapa.

Una vez reunidos todo el grupo fuera del hotel, comenzamos a descender el pueblo en busca del sendero por el que comenzaríamos nuestro trekking a través de los paisajes y poblados locales de las montañas del noroeste de Vietnam.

Nuestro grupo descendiendo Sapa por la calle Cau May.

El grupo estaba compuesto por diez personas más el pequeño guía local, a saber:

Un americano muy "yanqui", corto de edad que no de tamaño, no creemos que tuviese más de 22 a 25 años. Vestía tipo mormón, vamos que de preparado para caminar por las montañas, más bien poco, tuvo suerte de que la dificultad del camino no fuese gran cosa, camisa blanca y pantalones de tela azul. Bastante comunicativo aunque puede que un poco ingenuo a veces, seguramente debido a su juventud, nos pareció muy buen chaval, como decimos aquí en Canarias, un "sano sanote".

Otro chico de Inglaterra, bajito y delgado, con clara ascendencia hindú. Se mostró bastante tímido, su interacción con nosotros resultó bastante discreta.

Un matrimonio australiano, un poco particulares pero, sobre todo él, sonriente y bromista. Buena gente. Calculamos que sesentones avanzados.

Dos "rubitas" amigas danesas, jóvenes, veinteañeras, que iban de "superguays". De esas que creen saberlo todo por iluminación divina sin necesidad de la experiencia empírica, pero que en realidad, ni saben comportarse ni respetar a los demás. Sus hazañas más repetidas por ellas mismas, eran borracheras y vomitonas en Tailandia...¡Ah, divina juventud!

Y por último, Michael y Emily, un joven matrimonio natural de Adelaida, Australia, con quienes, quizá por nuestra similitud en las edades, sobre todo en la segunda mitad del "pateo", hicimos mejores "migas".

El grupo de mujeres Hmong negras, se asignó de alguna manera, a un "guiri" en exclusividad para cada una de ellas, es decir, que a cada uno de nosotros, nos tocaría ser acompañado por una de ellas todo, o gran parte del camino.
Solo caminaban a tu lado, sonriéndote, y las más jóvenes, que hablaban algo de inglés, intentaban entablar algo de conversación típica, que de dónde eres, que como te llamas, etc, pero, de momento, no atosigaban a nadie para que les comprasen.
Ya sabías que más adelante sería lo que tocaría, pero de momento, todo era "de muy buen rollito", bromeaban con nosotros y nosotros con ellas.

Puerta de acceso al mercado de Sapa.
Al matrimonio de mayores, se les ocurrió, cuando pasábamos por delante, entrar a ver el mercado del pueblo, y pactamos vernos en ese mismo punto, una media hora más tarde.

Lo que encontramos en ese mercado, fue realmente espectacular, parecía sacado de aquellas películas antiguas de chinos, o de algún documental de la televisión.
Este mercado, está situado más o menos a la mitad del pueblo, pasando la plaza central, bajando por la calle Cau May, antes de llegar a la zona de bares preparados para el turismo, que se encuentra en la parte más baja de la ciudad.


La planta alta del mercado de Sapa, estaba repleta de tiendas de ropa y a talleres de costura, donde señoras de la etnia Dazao rojo, fabricaban bolsos y demás souvenirs.

Mujeres Dzao Rojo trabajando en los talleres de costura del mercado de Sapa.

Las vendedoras de las tiendas, a ver nuestras caras de extranjero, nos "saltaron a la yugular", a intentar vendernos prendas de marca (pero fabricadas en Vietnam), con muy buena pinta, no parecían la típica imitación barata china. Aún no entiendo porqué hicimos de bobos y no compramos alguna.

Las señoras de los talleres, algunas muy entradas en años, se limitaban a sonreirnos y bromeaban entre ellas al vernos fisgonear lo que ellas hacían. Fueron muy simpáticas.

Bajando a la zona del mercado destinada a la alimentación.

Otra cosa, es lo que hay en la planta baja del mercado, destinada a la alimentación.
Es una parte nada turística, exclusiva para los paisanos del lugar.


curiosa imagen de las carnicerías, con el despiece de carne sobre las mesas de madera, sin medios de refrigeración, nos hace retroceder a un pasado no tan lejano, cuando los medios eran exactamente iguales aquí.

Mujeres de Sapa regateando el precio de unos pollos.

Verduras troceadas y animales preparados para el consumo humano, se encontraban a diestro y siniestro, a mano de la clientela, a lo largo todo los rincones del batiburrillo de tiendas que hay en el semisótano donde esta situado esa parte del mercado.


A nosotros nos llamó sobremanera la atención, unos pollos desplumados, de color negro que no habíamos visto nunca.




















Además se podían encontrar exquisiteces locales, como gusanitos, pescado y cangrejitos de río, etc..

Comentamos entre nosotros, que el lugar es totalmente pintoresco, un regalo para la curiosidad foránea, lo único, es que no se puede plasmar en fotografías y vídeos, como ya nos pasara por ejemplo en An Thòi, isla de Phuc Quoc, los olores nada agradables que emanan en esos singulares lugares.




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