martes, 17 de abril de 2012

El tren nocturno Hanoi-Lao Cai, rumbo a Sapa.

Por la mañana, antes de salir en busca del Mausoleo de Ho Chi Minh primero y del Templo de La Literatura después, habíamos dejado arregladas una serie de cosas con el vendedor de la agencia que tiene el hotel Sunshine3 en su recepción.

Mausoleo de Ho Chi Minh.
La primera, hablada desde el día anterior, un trekking de 3 días por las montañas de Sapa.

Estuvimos mirando la posibilidad de ir por nuestra cuenta, pero es que solamente los billetes de tren en la estación, nos costaban casi lo mismo que comprar el pack que nos ofrecían, con los billetes de tren, el traslado desde Lao Cai en furgón, noche de hotel, guía local, noche en un stayhome, algunos almuerzos incluidos...


Templo de la Literatura.



La segunda cosa que arreglamos, fue una excursión a Tam Coc el mismo día en el que llegásemos, y si quedábamos contentos, le compraríamos otra más, esta vez a la Bahía de Halong, todo a condición de que a la nuestra vuelta de Sapa, que sería muy temprano, nos permitieran una ducha antes de salir.





Pagoda de Confucio.


El agente, se ofreció hasta para que durmiéramos unas horas en una habitación, sin costes adicionales, ya que haríamos noche allí mismo ese día al volver de Tam Coc, y otra noche más después de Halong ,si finalmente es que le comprábamos el crucero a él.



 

Pagoda del Pilar Único.



Todo parecía estupendamente arreglado.
Pero a nuestra vuelta al hotel después de todo el paseo de ese día, el recepcionista era otro y no nos puso buena cara al decirle que queríamos ducharnos antes de que nos viniesen a buscar para llevarnos a la estación.

De hecho, de entrada, nos dijo que no tenían habitación de cortesía.
Nuestra contestación naturalmente fue, que eso estaba ya hablado con el de la agencia, junto con la habitación que nos había ofrecido para la mañana del regreso.

 Su respuesta, con cara de desdén, fue que el agente de la recepción no tiene nada que ver con lo que es el hotel, y que para disponer de una ducha al llegar temprano de Sapa, tendríamos que pagar un early-checking...

Puente Huc y tempo Ngoc Son.


Mari, indignada con la actitud de este nuevo recepcionista, el comentario que hizo, me ofuscó mucho, más si cabe, que la pretensión de este tío, producto de estar hastiados con tanto intento de timo sufrido a lo largo del día de hoy:

- ¡Pero es que estos tíos son todos iguales, todo amabilidad hasta pagar y después cambian el trato para que pagues más! -

Mi amplia paciencia acabó en ese mismo instante y dejé caer el puño cerrado sobre el mostrador con toda la fuerza: - ¡Me devuelves el dinero ahora mismo, me cambio de hotel, me compro los billetes y las excursiones en otro lado (y otras cosas no tan agradables que no se pueden decir aquí), y punto! -

Lago Hoan Kiem.



La cara del recepcionista cambió radicalmente, mostrándose infinitamente sumiso, mientras todo el personal del hotel, incluida la simpática dueña, acudió en menos de un milisegundo, a solucionarnos el problema.

La dueña llamó por teléfono al hombre con el que habíamos tratado todo el asunto y me pasó el aparato, para que yo me despachase a gusto con él y que el asunto me lo arreglara sin problemas para que las cosas fueran como me había dicho en su momento.
 
Torre de La Tortuga al anochecher en el lago Hoan Kiem.
La excusa que nos daba la señora del hotel, era que el nuevo recepcionista no sabía nada de lo que habíamos acordado con el agente, y que en realidad, él no podía hacer esas cosas, ya que no era personal del hotel, pero nosotros nos mantuvimos en recibir exactamente lo que habíamos pactado, o nos devolverían el dinero aunque fuera por la malas, que ya nos buscaríamos la vida en otro sitio donde no mintiesen.
Ellos lo intentaron, pero se hizo todo, según exigimos, como lo habíamos acordado, ni más, ni menos. Por esta vez, no les salió bien la jugada.

Nos dejaron ducharnos, en un baño inmundo del personal, al lado de la cocina, lo que hizo que no se nos fuera el mosqueo del todo, pero allí nos apañamos como pudimos.
Al ratito de asearnos y refrescarnos, en el momento que le decíamos al ahora sonriente y sumiso recepcionista, que iríamos a tomarnos algo a nuestro restaurante de enfrente, apareció un vietnamita enanito, dándonos prisa para que nos fuésemos ya con él en un taxi, hacia la estación de trenes, y así lo tuvimos que hacer.

Tren de Hanoi a Lao Cai.

Cruzamos en el taxi, el laberinto de calles repletas de un mar de personas, que nos confirmó al llegar a nuestro destino, fijándonos en el taxímetro, la salvajada de timo que nos había metido el taxista de la mañana. Esta vez, por un trayecto tres veces más largo, a nuestro acompañante, le había costado diez veces menos...

Cabina en el tren.

La estación de trenes, nos pareció vieja y destartalada, y nos resultaba extrañamente familiar, después descubriríamos que ya la habíamos visto antes en un programa de TV.
Los andenes, ajados, sucios y mal iluminados a esas horas de la noche, estaban salpicados de personas de aspecto humilde, cargadas con infinidad de bártulos, que tuvimos que ir sorteando hasta llegar a nuestro vagón.

Compartimos cabina con dos chicas inglesas treintañeras, que se presentaron como profesoras de inglés que vivían trabajando en Singapur. Acomodados los cuatro en nuestras literas, nos enfrascamos en una buena conversación, comparando nuestros muy parecidos puntos de vistas acerca de la ciudad de Hanoi, a pesar de ser también entre nosotros, personas de lugares y culturas bastante diferentes.
Nos reímos largo y tendido, cuando una de ellas nos confesó, que estubo todo un día enfadada, con una discusión que tuvo con un taxista por un timo bestial, en el precio de un pequeño trayecto desde el centro hasta el Mausoleo de Ho Chi Minh...

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