domingo, 20 de mayo de 2012

Bahía de Halong. La Cueva Sopresa (2ª parte)


Como decíamos, lentamente nuestro junco, nos fue sumergiendo entre las gigantescas rocas de piedra teñidas por su espesa vegetación que se reflejan en las aquí, limpias y cristalinas aguas, adentrándonos de lleno en otro mundo de tono verdoso.


El paisaje que teníamos ante nuestros ojos, era absolutamente embriagador y nos dejó entusiasmados, mirando y fotografiando todo a nuestro alrededor un buen rato.


En un rato, arribamos a una especie de cala protegida entre las enormes rocas, que tenían acondicionada para que muchos juncos y otros barcos para turistas, fondearan allí y pudieran pasar la noche.

Era el enclave estratégico para que en los botes más pequeños, que van arrastrados por los barcos mayores, los turistas salgan a inspeccionar los alrededores.


Nuestro guía apareció por la cubierta superior, donde nos encontrábamos, para avisarnos que en unos minutos, saldríamos a hacer la primera de nuestras excursiones previstas.

Dicho y hecho, en un santiamén, estábamos todo el grupo embarcados en el bote auxiliar de nuestro junco y navegábamos entre los bonitos barcos de mayor calado allí fondeados, en busca de nuestro primer objetivo turístico, La Cueva Sorpresa, Hang Sung Sot, en su nombre original vietnamita.


Antes, por el camino, nos fuimos sorprendiendo con las curiosas formaciones que hacen las rocas, que cuanto más cerca estas de ellas, más aprecias su enormidad.

Al llegar al embarcadero acondicionado en una de esas formaciones rocosas, nos encontramos con un sendero marcado para los muchos turistas que allí habíamos, y como no, tocaba ir ascendiendo poco a poco entre esa multitud de personas, que se peleaban por cada rinconcito libre para fotografiar todo lo que pudiesen.


Recuerdo que soy siempre muy respetuoso cuando alguien quiere fotografiar cualquier cosa, y procuro esperarme a que terminen de hacerlo para meterme yo a lo mio, pero allí había un grupito de francesas ya entradas en años, que a pesar de mi diligencia, ellas mostraban desprecio por todos los demás, haciendo justo contrario, no importándoles estropear la toma a los demás al meterse por medio haciéndose las indiferentes, y digo haciéndose, porque veían la cara de fastidio de los otros turistas y oían sus comentarios, y lo que hacían era reírse entre ellas, así que, mi misión ese ratito, fue pagarles con la misma moneda en todo momento. Cosa graciosa, es que no pareció hacerles la misma gracia, por los "insultitos" que proferían "por lo bajini", pensando quizás que no los estábamos entendiendo. Yo me sonreía descaradamente, igual que lo hacían ellas con los demás, cosa que curiosamente, tampoco les gustó mucho que les hicieran a ellas.


Me cansé de hacerles "la perrería" cuando llegamos a la entrada de la cueva.

La Cueva Sorpresa en si, es muy similar a las cuevas de formación kárstica que ya habíamos visto por ejemplo, el año pasado en el Sur de China, en los alrededores de la localidad de Yangshuo.


Un sendero acotado, recorre tres enormes cámaras repletas de formaciones rocosas de todo tipo, a las que se empeñan una y otra vez en buscarles parecidos imposibles:
Que si esta estalactita es "la copa del mundo", que si esta estalagmita es "el falo de roca", que se este pedrusco es "una cabeza de la tortuga", que si esta arista es "el colmillo del dragón" y aquello tal o cual...


Estaba iluminada además de la misma manera hortera con luces estrambóticas de todos los colores, muy al estilo chino, con lo que el aspecto de "turistada" se exagera aún más, si eso fuera posible, claro.


Aquí, "se nos vino abajo un mito". Es la anécdota con la que bromeamos todo el camino a partir de aquí, ya que bien fuera por "castigo divino" de haber estado "vengándome" de las señoras francesas, o simplemente por ir a hacer la "pillería" de intentar asustar a Marijose, que se encontraba distanciada de mi, atendiendo a las explicaciones de nuestro guía mientras que yo, como de costumbre me había retrasado al estar sacando fotos de todo, y cuando me acercaba sigilosamente a ella, pisé en falso, un un agujero donde yo creía que debería haber suelo, que me dí un "leñazo" padre.
Mientras caía, intenté por todos los medios proteger la cámara de fotos, por lo que caí con el hombro sobre unas rocas, ante los gritos de turistas y vietnamitas de mi alrededor.
Yo me levanté en medio segundo - ¡Aquí no se ha caído nadie! - exclamé en todo jocoso, mientras un tumulto de "exagerados" me preguntaban si estaba bien.
- ¡Qué sí, pesados...! -

Busqué inquisitivamente a Marijose, quién como ya me esperaba, estaba sentada sobre una roca, sujetándose la barriga con las manos, porque no la aguantaba de reírse de mi... ¡es que se la tengo anotada a la "burlonilla" esta!


La visita a esta "roca", acabó en un poco de tiempo libre, en el que nos dimos un paseo por el sendero acotado que ascendía a lo más alto del peñasco, desde donde obtuvimos como recompensa al esfuerzo, unas preciosas vistas de la cala, antes de comenzar el descenso hasta alcanzar nuevamente nuestro bote.




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