Igual de caótica que fue nuestra llegada a la ciudad de Halong, fue nuestra marcha.
En un momento, nos vimos corriendo bajo el abrasador sol, con nuestras mochilas a cuestas, en busca de nuestro autobús para regresar a
Hanoi.
A la hora o así, más o menos de comenzar la marcha, a las afueras de la caótica
ciudad de Halong, en tierra de nadie, paramos en un amplio restaurante acondicionado para los turistas que van y vuelven desde
Hanoi para hacer sus cruceros por
la Bahía de Halong, en donde tomamos nuestra última comida incluida en el tour (bebidas aparte, como de costumbre en este tipo de eventos).
En el mostrador del restaurante, nos topamos con una imagen de lo más curiosa, una enorme vasija de cristal que contenía muchos y variados animalitos de considerable tamaño, macerándose en algún tipo de licor.
Suponemos que es solamente un reclamo para los turistas, pues
Wada, nos explicó que hacia unos dos años había estado allí, y que ya estaba allí, exactamente igual...
Sí,
Wada. Cuando volvía del baño, me encontré de frente con una muchacha que me sonreía y me saludaba por mi nombre. Era
Laura, que como estaba vestida de una manera más formal y lucía muy guapa, mucho más que cuando la conocimos en el tren de vuelta de
Sapa a
Hanoi, no la reconocí de inmediato.
También no me ayudó el que cuando después de un tiempo en el que no te hablan en tu idioma, cuando alguien te aparece de repente y lo hace, te deja un segundo en estado catatónico, hasta que por fin reaccionas.
Ambas, se sentaron un rato con nosotros en la mesa de nuestro grupo, y charlamos animadamente, compartiendo nuestra experiencia en
Bahía de Halong, hasta la hora en la que nos llamaron para volver al autobús para continuar la marcha de camino a
Hanoi.
Nos despedimos de nuestras guapas y simpáticas compatriotas y quedamos en mantener contacto.
Las horas de guagua por las "carreteras de la muerte" que hay por todo Vietnam, después de más de un mes de aventura, llegan a ser todo un tormento.
Además, no había un gran paisaje que ver desde la ventanilla, si acaso alguna escena curiosa, como esa de más de dos personas subidas a lomos de una minúscula motocicleta y poco más, pero que después de haber visto ya tantas veces esas imágenes, resultan ya hasta casi normales.
Si por lo menos, yo fuese como mi compañera, que es capaz de dormir en cualquier rincón y circunstancia...
A la llegada, solo nos dio tiempo a alojarnos por una noche más en nuestro hotel de siempre en el
Barrio Antiguo de Hanoi, y de un último paseo por los alrededores, visitando rápidamente nuestro
lago Hoan Kiem con su
puente Huc, y finalizar con cena callejera en nuestro "restaurante favorito de
Hanoi", de donde son las últimas escenas que colocamos al final de nuestro
vídeo-resumen de Hanoi, en las que brindábamos por nosotros: -
¡En Asia...o donde sea! - como decía
Marijose.
Nos fuimos a la cama un poco nostálgicos por lo que ya se acababa, pero la mañana, nos brindaría un nuevo sobresalto de adrenalina, antes de poder tomar el avión que nos pondría rumbo a
Bangkok.
El precipitado cambio de planes por culpa del estado climatológico de
Tailandia, nos deparaba para el siguiente día una jornada maratoniana. Para empezar, vuelo temprano a
Bangkok, a donde llegaríamos en unas cuatro horas. Todo el día lo tendríamos que pasar allí, y a última hora de la noche, tomaríamos vuelo nocturno hasta
El Cairo, aeropuerto al que llegaríamos por la mañanita temprano, sobre las 5:00 am. y después de tres horas en tránsito, tomaríamos el vuelo hasta
Madrid, a donde llegaríamos sin saber qué hacer, ya que la vuelta a
Tenerife la tendríamos para una semana después...
Como de costumbre la seriedad de los ciudadanos de
Hanoi, se hizo notar, y el taxista que habíamos hablado con los trabajadores del hotel, llegó demasiado ajustado con respecto la hora en la que teníamos que estar en el aeropuerto.
Tanto, que cuando por fin arribamos, después de haber sorteado una marea de personas y motocicletas, ya no quedaba nadie por facturar salvo una "tontita" que trataba de viajar con unas cajas de más, y la tenían retenida por el sobrepeso...
Unos segundos de agobio viéndola discutir con el personal de facturación, bastaron para que pasáramos a la acción:
- ¡Se nos hace tarde para facturar a nuestro vuelo que se va en 30 minutos! -.
Hicieron a la chica a un lado y a 25 minutos de nuestra salida, nos facturaron las mochilas.
La puerta de embarque estaba un poco lejos, así que tendríamos que caminar rapidito, pero a mi se me ocurrió que me daría tiempo de bajar a la terminar de llegadas, en la planta inferior del aeropuerto, a buscar una caja de cambio de moneda, para deshacernos de los más de 60€ en moneda vietnamita (VND, Vietnam Dongs) que aún nos quedaban.
Dicho y hecho, nos lanzamos a una carrera frenética para intentarlo.
Marijose, que desde el principio no estaba muy deacuerdo, me pidió, bueno me ordenó, ya que yo corro mucho más deprisa que ella, que no la esperase, que acelerase el ritmo y que ella ya me alcanzaría. Así lo hice.
No recordamos unos minutos de tanta tensión y estress en todo el viaje, por un momento nos sentimos como si fuésemos los participantes en alguno de los
reality show de viajes de los que nos gustan y vemos en Tv, concursando en alguna prueba para no quedar eliminados, con el acicate de que aquí, lo que perderíamos sería el vuelo...
Cuando llegué a la planta baja del aeropuerto, la terminal de llegadas, localicé un puesto de "cambio de divisas" y corrí al sprint todo lo que pude para alcanzarlo.
Frente a él, una pareja de cincuentones, observaba comentando entre ellos, el cartel luminoso donde exponen el cambio a las distintas divisas extranjeras que ofrecían.
Desde que me vio llegar corriendo en dirección al mostrador, la mujer que tanto dudaba, se apresuró a preguntar a la chica que allí trabajaba antes de que yo llegara, por el cambio que ella le ofrecía por sus Euros, todo con un inglés muy torpe, ( ¡de español, para entendernos! ) lo que haría que la conversación se prolongaría...
Allí, mirando a la estúpida señora unos minutos, con cara de enfado monumental por la jugada que me acababa de hacer, hasta que
Marijose llegó casi sin aliento a mi lado:
-¿Qué pasa? ¿Has cambiado ya el dinero? -
- Lo hubiese hecho ya si a la estúpida ésta, no le hubiese dado tanta rabia verme llegar corriendo y se metió delante solo para preguntar tonterías. Creo que para tocar más las narices encima es española... -
Marijose, se revolvió rápidamente: - ¡Señora! ¿es usted española?" -
- ehhh, sí...- contestó algo descolocada la mujer - ¡Pues disculpe señora, no le importará que nos colemos porque se nos va a escapar el avión! ¡
Pedro, pasa tú y cambia el dinero ya! - ordenó en tono totalmente acelerado.
Así lo hicimos, nos colamos delante de la sorprendida señora, que no supo como reaccionar, cambiamos el dinero, y salimos corriendo nuevamente a por la puerta de embarque de la planta superior que nos quedaba bastante lejos, y el tiempo corría.
- ¡Adiós y gracias señora! - le gritamos a la española que casi nos "hace la gracia", mientras nos alejábamos corriendo. Nos quedaban solo 15 minutos...
- ¡Eh! ¿A donde vais con esas carreras? - Nos dijo una voz femenina que nos frenó en seco. Era
Laura, que casualmente también se volvía hoy.
- ¿Que haces aquí? - le preguntamos sorprendidos de volver a encontrárnosla.
- ¡Busco donde deshacerme del dinero vietnamita! - le explicamos donde estaba la caja de cambio y nos despedimos precipitadamente explicándole que perderíamos el vuelo.
Al llegar a las puertas de embarque de la planta superior del aeropuerto, una larga y lenta cola de gente se agolpaba ordenadamente para pasar el control típico.
Allí estaba
Wada, esperando a
Laura, que se alegró de vernos una vez, más cuando fuimos a saludarla.
- !No esperamos más
Wada, se nos escapa el avión, nos vamos a colar! - Un beso, un adiós y corrimos por el lateral de la cola, hasta encontrarnos con los vigilantes de seguridad que nos miraban mosqueados.
Les explicamos que en 5 minutos partiría nuestro avión, que necesitábamos pasar rápido.
Asintieron, así que pedimos disculpas a la gente a las que nos habíamos colado, y pasamos el control antes que nadie. Corrimos hasta nuestra puerta, donde todavía, a menos 5 minutos de la hora límite para embarcar, aún quedaban una veintena de pasajeros haciéndolo, por lo que nos sobró tiempo para ir al baño y a
Marijose de acercarse a una tienda de souvenirs próxima y comprar dos chucherías de regalo para la familia.
¡Prueba superada! ¡Ganamos el concurso!
El vuelo de
Hanoi a
Bangkok, fue pesado, pero lo peor vendría ahora.
Teníamos como diez horas en
Bangkok, por lo que decidimos salir a pasear por la ciudad e investigar como estaba el tema de las inundaciones.
En la misma consigna del aeropuerto donde dejamos las mochilas, ya vimos imágenes en un televisor de las inundaciones, así que le preguntamos a los trabajadores si era posible salir a la ciudad. Ellos nos aseguraron que sí, que las imágenes que estábamos viendo eran de las afueras, y nos dijeron que si íbamos a estar por el centro no pasaría nada.
Al salir vía
Skytrain a la ciudad, no vimos rastro de ninguna inundación, solo las imágenes que ponían en todas los televisores que nos íbamos encontrando por el camino.
Nos bajamos en la zona de los centros comerciales y caminamos hasta el
MBK Center.
Todo estaba como el mes pasado, tal y como lo habíamos dejado, pero bajo un sol cegador que nunca tuvimos cuando comenzamos nuestro viaje.
Nos entraron dudas de si habríamos hecho bien en adelantar nuestro regreso, pues parecía que todo estuviera en orden, pero dentro del centro comercial, preguntamos a varias personas y nos aseguraron que las lluvias y la catástrofe provocada por su causa, habían sido muy duras, y que además, para los próximos días, el gobernador de
Bangkok, había ordenado abrir las compuertas de los canales, pues éstos ya no resistían las crecidas del agua y no se sabía a ciencia cierta qué es lo que pasaría.
Así las cosas pues, no le dimos más vueltas, y pasamos todo el día, relajadamente paseando por las tiendas del
MBK, tomando Ices Coffies, comiendo chucherías, buscando los últimos detallitos para regalo...todo, sin salir a la calle para nada, y aún así, nos faltaron cosas por encontrar allí dentro, aquello es monstruoso.
Cuando comenzaban a cerrar el
MBK, nos volvimos al aeropuerto.
El vuelo hasta
El Cairo, fue el único en el que he conseguido dormir en un avión en toda mi vida, y justo lo contrario le ocurrió a
Marijose, por lo que ahora ya sabe, el calvario al que me enfrento en cada viaje.
Después del pesado tránsito de tres horas que pasamos en el aeropuerto principal de
Egipto, tomamos el siguiente vuelo, el que nos trasladaría a nuestro país, al que sin haber contado con ello, llegamos en fecha festiva y con una huelga de por medio de la compañía aérea
AirEuropa, que nos imposibilitaría volver a
Tenerife antes de lo previsto inicialmente, por lo que el que se haya creído que nuestra aventura, narrada en este blog, acabó aquí, está muy, pero que muy equivocado...
Lo que nos sucedió en los días siguientes a lo vivido en esta aventura nuestra por el sudeste asiático, se podría decir que estuvo a la misma altura.
Para ser justos, es como si hubiese sido otro viaje totalmente diferente justo a continuación de éste que aquí termina.
Quizás, fue algo similar a lo que nos ocurrió justo un año antes, cuando volvimos de visitar
Turquía, pero yo diría que mucho mejor aún, pues aquí se dio el caso de que nos reencontramos con amigos hechos en otros viajes, y que puede, que algún día, si ustedes lo piden, lo compartamos en otro Blog...