domingo, 27 de mayo de 2012

Vídeo-resumen de la Bahía de Halong.

Ha llegado ya el momento de colgar nuestro último capítulo en vídeo por Asia.

Montar estos pequeños vídeos caseros, narrar nuestras vivencias y colgar algunas de nuestras fotografías, para que nuestros familiares y amigos pudiesen compartir con nosotros la increíble experiencia de viajar de mochilero por el sudeste asiático, realmente ha sido, casi casi, como volver a estar allí.

Solo quedan algunos detallitos para dar por finalizado este blog.

Una última entrada con un índice cronológico para facilitar a las personas que no estén muy familiarizadas con el apartado ARCHIVO DEL BLOG, y que nada más entrar, lo tengan en primera página para poder comenzar la lectura de principio a fin.
...Y puede, que hasta un vídeo más, durante la semana que nos sobró de viaje y que aprovechamos para conocer la fascinante e "infinita" Cantabria, gracias a la a inestimable generosidad de dos de sus paisanos, los amigos que hicimos a nuestro paso por Egipto, y a los que enviamos uno de nuestros más fuertes y sentidos abrazos.
Hablamos de Pilar y Chente. ¡Mil gracias!



jueves, 24 de mayo de 2012

Halong-Hanoi-Bangkok-Madrid...

Igual de caótica que fue nuestra llegada a la ciudad de Halong, fue nuestra marcha.

En un momento, nos vimos corriendo bajo el abrasador sol, con nuestras mochilas a cuestas, en busca de nuestro autobús para regresar a Hanoi.

A la hora o así, más o menos de comenzar la marcha, a las afueras de la caótica ciudad de Halong, en tierra de nadie, paramos en un amplio restaurante acondicionado para los turistas que van y vuelven desde Hanoi para hacer sus cruceros por la Bahía de Halong, en donde tomamos nuestra última comida incluida en el tour (bebidas aparte, como de costumbre en este tipo de eventos).

En el mostrador del restaurante, nos topamos con una imagen de lo más curiosa, una enorme vasija de cristal que contenía muchos y variados animalitos de considerable tamaño, macerándose en algún tipo de licor.

Suponemos que es solamente un reclamo para los turistas, pues Wada, nos explicó que hacia unos dos años había estado allí, y que ya estaba allí, exactamente igual...

Sí, Wada. Cuando volvía del baño, me encontré de frente con una muchacha que me sonreía y me saludaba por mi nombre. Era Laura, que como estaba vestida de una manera más formal y lucía muy guapa, mucho más que cuando la conocimos en el tren de vuelta de Sapa a Hanoi, no la reconocí de inmediato.


También no me ayudó el que cuando después de un tiempo en el que no te hablan en tu idioma, cuando alguien te aparece de repente y lo hace, te deja un segundo en estado catatónico, hasta que por fin reaccionas.


Ambas, se sentaron un rato con nosotros en la mesa de nuestro grupo, y charlamos animadamente, compartiendo nuestra experiencia en Bahía de Halong, hasta la hora en la que nos llamaron para volver al autobús para continuar la marcha de camino a Hanoi.


Nos despedimos de nuestras guapas y simpáticas compatriotas y quedamos en mantener contacto.



 


Las horas de guagua por las "carreteras de la muerte" que hay por todo Vietnam, después de más de un mes de aventura, llegan a ser todo un tormento.


Además, no había un gran paisaje que ver desde la ventanilla, si acaso alguna escena curiosa, como esa de más de dos personas subidas a lomos de una minúscula motocicleta y poco más, pero que después de haber visto ya tantas veces esas imágenes, resultan ya hasta casi normales.


Si por lo menos, yo fuese como mi compañera, que es capaz de dormir en cualquier rincón y circunstancia...

A la llegada, solo nos dio tiempo a alojarnos por una noche más en nuestro hotel de siempre en el Barrio Antiguo de Hanoi, y de un último paseo por los alrededores, visitando rápidamente nuestro lago Hoan Kiem con su puente Huc, y finalizar con cena callejera en nuestro "restaurante favorito de Hanoi", de donde son las últimas escenas que colocamos al final de nuestro vídeo-resumen de Hanoi, en las que brindábamos por nosotros: - ¡En Asia...o donde sea! - como decía Marijose.


Nos fuimos a la cama un poco nostálgicos por lo que ya se acababa, pero la mañana, nos brindaría un nuevo sobresalto de adrenalina, antes de poder tomar el avión que nos pondría rumbo a Bangkok.

 El precipitado cambio de planes por culpa del estado climatológico de Tailandia, nos deparaba para el siguiente día una jornada maratoniana. Para empezar, vuelo temprano a Bangkok, a donde llegaríamos en unas cuatro horas. Todo el día lo tendríamos que pasar allí, y a última hora de la noche, tomaríamos vuelo nocturno hasta El Cairo, aeropuerto al que llegaríamos por la mañanita temprano, sobre las 5:00 am. y después de tres horas en tránsito, tomaríamos el vuelo hasta Madrid, a donde llegaríamos sin saber qué hacer, ya que la vuelta a Tenerife la tendríamos para una semana después...

Como de costumbre la seriedad de los ciudadanos de Hanoi, se hizo notar, y el  taxista que habíamos hablado con los trabajadores del hotel, llegó demasiado ajustado con respecto la hora en la que teníamos que estar en el aeropuerto.

Tanto, que cuando por fin arribamos, después de haber sorteado una marea de personas y motocicletas, ya no quedaba nadie por facturar salvo una "tontita" que trataba de viajar con unas cajas de más, y la tenían retenida por el sobrepeso...

Unos segundos de agobio viéndola discutir con el personal de facturación, bastaron para que pasáramos a la acción:

- ¡Se nos hace tarde para facturar a nuestro vuelo que se va en 30 minutos! -.

Hicieron a la chica a un lado y a 25 minutos de nuestra salida, nos facturaron las mochilas.

La puerta de embarque estaba un poco lejos, así que tendríamos que caminar rapidito, pero a mi se me ocurrió que me daría tiempo de bajar a la terminar de llegadas, en la planta inferior del aeropuerto, a buscar una caja de cambio de moneda, para deshacernos de los más de 60€ en moneda vietnamita (VND, Vietnam Dongs) que aún nos quedaban.

Dicho y hecho, nos lanzamos a una carrera frenética para intentarlo.

Marijose, que desde el principio no estaba muy deacuerdo, me pidió, bueno me ordenó, ya que yo corro mucho más deprisa que ella, que no la esperase, que acelerase el ritmo y que ella ya me alcanzaría. Así lo hice.

No recordamos unos minutos de tanta tensión y estress en todo el viaje, por un momento nos sentimos como si fuésemos los participantes en alguno de los reality show de viajes de los que nos gustan y vemos en Tv, concursando en alguna  prueba para no quedar eliminados, con el acicate de que aquí, lo que perderíamos sería el vuelo...

Cuando llegué a la planta baja del aeropuerto, la terminal de llegadas, localicé un puesto de "cambio de divisas" y corrí al sprint todo lo que pude para alcanzarlo.

Frente a él, una pareja de cincuentones, observaba comentando entre ellos, el cartel luminoso donde exponen el cambio a las distintas divisas extranjeras que ofrecían.

Desde que me vio llegar corriendo en dirección al mostrador, la mujer que tanto dudaba, se apresuró a preguntar a la chica que allí trabajaba antes de que yo llegara, por el cambio que ella le ofrecía por sus Euros, todo con un inglés muy torpe, ( ¡de español, para entendernos! ) lo que haría que la conversación se prolongaría...

Allí, mirando a la estúpida señora unos minutos, con cara de enfado monumental por la jugada que me acababa de hacer, hasta que Marijose llegó casi sin aliento a mi lado:
-¿Qué pasa? ¿Has cambiado ya el dinero? -

 - Lo hubiese hecho ya si a la estúpida ésta, no le hubiese dado tanta rabia verme llegar corriendo y se metió delante solo para preguntar tonterías. Creo que para tocar más las narices encima es española... -

Marijose, se revolvió rápidamente: - ¡Señora! ¿es usted española?" -
- ehhh, sí...- contestó algo descolocada la mujer - ¡Pues disculpe señora, no le importará que nos colemos porque se nos va a escapar el avión! ¡Pedro, pasa tú y cambia el dinero ya! - ordenó en tono totalmente acelerado.

Así lo hicimos, nos colamos delante de la sorprendida señora, que no supo como reaccionar, cambiamos el dinero, y salimos corriendo nuevamente a por la puerta de embarque de la planta superior que nos quedaba bastante lejos, y el tiempo corría.

- ¡Adiós y gracias señora! - le gritamos a la española que casi nos "hace la gracia", mientras nos alejábamos corriendo. Nos quedaban solo 15 minutos...

- ¡Eh! ¿A donde vais con esas carreras? - Nos dijo una voz femenina que nos frenó en seco. Era Laura, que casualmente también se volvía hoy.

- ¿Que haces aquí? - le preguntamos sorprendidos de volver a encontrárnosla.

- ¡Busco donde deshacerme del dinero vietnamita! - le explicamos donde estaba la caja de cambio y nos despedimos precipitadamente explicándole que perderíamos el vuelo.

Al llegar a las puertas de embarque de la planta superior del aeropuerto, una larga y lenta cola de gente se agolpaba ordenadamente para pasar el control típico.
Allí estaba Wada, esperando a Laura, que se alegró de vernos una vez, más cuando fuimos a saludarla.

- !No esperamos más Wada, se nos escapa el avión, nos vamos a colar! - Un beso, un adiós y corrimos por el lateral de la cola, hasta encontrarnos con los vigilantes de seguridad que nos miraban mosqueados.

Les explicamos que en 5 minutos partiría nuestro avión, que necesitábamos pasar rápido.
Asintieron, así que pedimos disculpas a la gente a las que nos habíamos colado, y pasamos el control antes que nadie. Corrimos hasta nuestra puerta, donde todavía, a menos 5 minutos de la hora límite para embarcar, aún quedaban una veintena de pasajeros haciéndolo, por lo que nos sobró tiempo para ir al baño y a Marijose de acercarse a una tienda de souvenirs próxima y comprar dos chucherías de regalo para la familia.

 ¡Prueba superada! ¡Ganamos el concurso!

El vuelo de Hanoi a Bangkok, fue pesado, pero lo peor vendría ahora.

Teníamos como diez horas en Bangkok, por lo que decidimos salir a pasear por la ciudad e investigar como estaba el tema de las inundaciones.

En la misma consigna del aeropuerto donde dejamos las mochilas, ya vimos imágenes en un televisor de las inundaciones, así que le preguntamos a los trabajadores si era posible salir a la ciudad. Ellos nos aseguraron que sí, que las imágenes que estábamos viendo eran de las afueras, y nos dijeron que si íbamos a estar por el centro no pasaría nada.

Al salir vía Skytrain a la ciudad, no vimos rastro de ninguna inundación, solo las imágenes que ponían en todas los televisores que nos íbamos encontrando por el camino.
Nos bajamos en la zona de los centros comerciales y caminamos hasta el MBK Center.

Todo estaba como el mes pasado, tal y como lo habíamos dejado, pero bajo un sol cegador que nunca tuvimos cuando comenzamos nuestro viaje.

Nos entraron dudas de si habríamos hecho bien en adelantar nuestro regreso, pues parecía que todo estuviera en orden, pero dentro del centro comercial, preguntamos a varias personas y nos aseguraron que las lluvias y la catástrofe provocada por su causa, habían sido muy duras, y que además, para los próximos días, el gobernador de Bangkok, había ordenado abrir las compuertas de los canales, pues éstos ya no resistían las crecidas del agua y no se sabía a ciencia cierta qué es lo que pasaría.

Así las cosas pues, no le dimos más vueltas, y pasamos todo el día, relajadamente paseando por las tiendas del MBK, tomando Ices Coffies, comiendo chucherías, buscando los últimos detallitos para regalo...todo, sin salir a la calle para nada, y aún así, nos faltaron cosas por encontrar allí dentro, aquello es monstruoso.
Cuando comenzaban a cerrar el MBK, nos volvimos al aeropuerto.


El vuelo hasta El Cairo, fue el único en el que he conseguido dormir en un avión en toda mi vida, y justo lo contrario le ocurrió a Marijose, por lo que ahora ya sabe, el calvario al que me enfrento en cada viaje.


Después del pesado tránsito de tres horas que pasamos en el aeropuerto principal de Egipto, tomamos el siguiente vuelo, el que nos trasladaría a nuestro país, al que sin haber contado con ello, llegamos en fecha festiva y con una huelga de por medio de la compañía aérea AirEuropa, que nos imposibilitaría volver a Tenerife antes de lo previsto inicialmente, por lo que el que se haya creído que nuestra aventura, narrada en este blog, acabó aquí, está muy, pero que muy equivocado...

Lo que nos sucedió en los días siguientes a lo vivido en esta aventura nuestra por el sudeste asiático, se podría decir que estuvo a la misma altura.
Para ser justos, es como si hubiese sido otro viaje totalmente diferente justo a continuación de éste que aquí termina.

Quizás, fue algo similar a lo que nos ocurrió justo un año antes, cuando volvimos de visitar Turquía, pero yo diría que mucho mejor aún, pues aquí se dio el caso de que nos reencontramos con amigos hechos en otros viajes, y que puede, que algún día, si ustedes lo piden, lo compartamos en otro Blog...



miércoles, 23 de mayo de 2012

Ultima excursión en Bahía de Halong (5ª parte)


Casi sin terminar el desayuno, se nos pidió a todos que dejáramos el equipaje preparado, para salir ya a realizar nuestra última excursión, y dejar las habitaciones después de una ducha rápida, para que en la travesía de vuelta, les diese tiempo a dejarlas listas para nuevos huéspedes.

 
Menos mal que habíamos madrugado y que éramos previsores, pues ya teníamos casi todo listo, no así al resto de nuestros compañeros.


Mientras habíamos estado en la cubierta superior, antes del desayuno, nos dimos cuenta de que nuestro junco zarpaba lentamente.

 Pensábamos que ya habíamos tomado el rumbo de vuelta, pero no, lo que hacían era acercarnos a otro grupo de islotes, donde en el más grande, teníamos programada, nuestra última exploración.

Desde que todo el mundo estuvo listo, nos dirigieron al bote auxiliar y a toda máquina, dando otro agradable paseo en que nuevamente pudimos admirar la belleza de la zona, esta vez con un sol cegador, nos trasladaron hasta la roca más grande de las que había en la zona.

Comenzamos otra ascensión por las empinadísimos senderos de toda Asia...

Si han leído este blog, detectarán, que al igual que en el de China, siempre estamos hablando de subir y subir escaleras o caminos, y es que parece que aquí, siempre las cosas interesantes estuviesen todas colocadas adrede en lo más alto.

 A mitad de montaña, encontramos otra de las numerosísimas cuevas de estas formaciones kársticas de piedra caliza, y entramos a curiosearla.

  
Esta cueva, aún no estaba suficiente "turisteada", ni la tenían iluminada al "estilo Asia", pero ya la estaban preparando para los futuros visitantes, o sea que en breve, a buen seguro que la "tunearán".


Después de la breve visita a esta cueva, no tan grande como la Cueva Sorpresa, de ayer, seguimos ascendiendo el sendero, hasta que llegamos a la gran atracción de esa roca:  
Una especie de laguna interior que hay en el centro de esta enorme roca.

 La verdad es que la vista panorámica resultaba espléndida.

El agua estancada de color verdoso, rodeada por todas partes por la gigantesca piedra caliza, parecía sacada de alguna película del paraíso.

Además de la vista a esa laguna, por todo el camino, se podían conseguir muchos pequeños miradores cada cual más espectacular a la propia bahía.

Una vez hecha cima, después de unos minutos para que los "guirufos" sacásemos las fotografías de rigor, lentamente, sin muchas ganas de irnos, comenzamos el descenso por el peñasco para ir retornando ya hasta nuestro bote, que nos conduciría al Cristina Suite Cruise, para comenzar la travesía de retorno hasta la ciudad de Halong.


Nuestro mini-junco auxiliar del Cristina Suite Cruise.


En la bajada, tuve que aguantar la "guasa" de mi "compañerita", que además alentaba a los demás al cachondeito, con su frasesita graciosa: - ¡cuidadito que eres un torpe y te nos matas como ayer en la Cueva Sorpresa! - 

Nuestro junco, el Cristina Suite Cruise.

Una vez abordo del junco, rápidamente nos dimos la ducha pactada, y sacamos nuestras pertenencias al comedor del barco, para dejar libre la habitación.


 Mari y yo, nos subimos, como de costumbre, a la cubierta superior, para disfrutar por última vez de los impresionantes paisajes del camino de vuelta.


Lentamente fuimos deshaciendo el camino, pasando por delante y dejando atrás las miles de inmóviles y gigantescas rocas de la bahía de Halong.


Las imágenes que íbamos dejando atrás, dentro de la bahía, eran sobrecogedoras.
Otra cosa, es cuando ya se sale del interior del laberinto de rocas, y se llega al exterior del mismo, justo cuando se llega trecho de mar abierto, entre la Bahía y la ciudad de Halong.


Aquí, puede ser por que sea el lugar elegido de los tour-operadores para realizar las excursiones algo más básicas, las de un día, constatamos una vez más, lo tremendamente masificado por lo turístico que está este lugar.


Un ejercito de grandes y pequeños juncos, de barcos imitación de los vapores que surcaban estas aguas allá por el siglo IXX de todos los tamaños y colores, o de pequeños yates privados, unos más lujosos que otros, desfilaban sin orden de algún tipo, en busca de los lugares y las rocas más famosas de la Bahía.


Cuando llegamos a las cercanías de unas rocas muy famosas, fotografiadas y nombradas en todas las guías y agencias de excursiones en todo Vietnam, nombradas por unos, algo así como las "Rocas que se besan" o llamadas por otros "Los gallos que combaten", (lo que le sugiera la imaginación a cada cual, como siempre aquí), el apelotonamiento de barcos en procesión, luchando para conseguir el mejor sitio donde avistarlos, era totalmente subrealista, casi se abordaban unos a otros, una locura auténtica.


Según nos aproximábamos a la costa donde desembarcaríamos, donde está situada la ciudad de Halong, la porquería en el agua se hizo notar, así como el tremendo laberinto de miles de barcos para turistas allí fondeados, que tenía que sortear el nuestro para llegar lo más cerca posible al muelle.




martes, 22 de mayo de 2012

Amanecer en la Bahía de Halong (4ª parte)


Después de una encantadora velada, en la que conversamos animadamente con algunos de nuestros compañeros, gracias sobretodo a unos B52 que pedimos (unos chupitos muy vistosos pero muy fuertes), dormimos plácidamente toda la noche y de un tirón, en nuestro confortable camarote.


Para no ser menos que en las mañanas de nuestro trekking por las montañas del noroeste, y sobre todo, porque ya estábamos habituados a las intespestivas horas en las que amanece aquí, sobre las seis menos cuarto de la mañana o así, ya estábamos despiertos con los "ojos como platos".

Así que nos aseamos, nos preparamos para el día de hoy y nos subimos a la cubierta superior para contemplar la silenciosa bahía a esa temprana hora.

Todo el mundo en nuestro barco dormía, igual que en las naves de alrededor, pues habían estado hasta altas horas de la madrugada, cada grupo en su barco, enfrascados en una competición de karaoke, para ver cuál se oía más en toda la bahía, ¡y vaya que si se oía!...


Por ello, procuramos no hacer mucho ruido, y nos dedicamos "a vegetar" en la cubierta superior, sentados o apoyados en las barandillas del barco, totalmente absortos en admirar cada detalle de la hermosísima bahía, que se desperezaba con una ligera niebla blanquecina, que rápidamente, desde que salió el sol, se desvaneció por completo.


La calma y quietud del agua, casi tanto como las inertes y gigantescas rocas teñidas por el verde de su espesa vegetación, que salpicaban todo el paisaje hasta perderse en el horizonte, junto a la estampa de los muchísimos barcos de todo tipo y colores, allí fondeados y que giraban sobre sí mismos, meciéndose lentamente arrastrados por una mínima corriente, fue sublime.

Nos volvimos a repetir, que había valido mucho la pena el haber llegado hasta aquí y de la manera que lo habíamos hecho, guardando este punto para el final.

Poco a poco nuestros compañeros de barco, se fueron levantando y de vez en cuando alguno se asomaba por la cubierta donde estábamos nosotros, compartiendo su asombro por lo bonito de la escena.


Sobre las ocho de la mañana, tomamos el desayunano y antes de terminarlo, nuestro guía, nos reclamaba ya, para que nos diésemos prisa y poder comenzar la última excursión por los alrededores del lugar donde nos encontrábamos.



 

lunes, 21 de mayo de 2012

El anochecer en una playa de la Bahía. (3ª parte)


Al bajar del islote kárstico donde esta la Cueva Sorpresa, nuestro bote auxiliar nos dirigió a lo que ellos dicen que es una aldea flotante de pescadores.


Pero, en realidad lo que es, es un "negociete" montado sobre cuatro pasarelas flotantes, en los que algunas personas se dedican a ofrecer, en convenio con los navíos de turistas, atracciones para los extranjeros tipo kayaks, canoas, barcas a remo y cositas así.

Teníamos incluido y no lo sabíamos, un paseito a nuestro aire en una piragua de una horita de duración, así que lo aprovechamos.
Tomanos la nuestra, y nos dimos un pequeño recorrido alrededor de unas cuantas formaciones de esas enormes rocas, remando lentamente, y descubrimos que estas "montañas-roca", están repletas de pequeñas cuevas y minúsculas calas de arena blanca.

A la hora acordada con nuestro guía, volvimos al "embarcadero flotante", y montamos nuevamente en el "mini-junco", en el que emprendimos una pequeña travesía a lo largo de la pequeña bahía en la que estaba fondeado nuestro barco, en busca de una famosa playa de arena blanca, situada en la base de una de estas enormes rocas calizas.


Mientras avanzábamos mar abierto por la bahía, entre la maravillosa estampa que ofrecen los juncos fondeados y otros lujosos barcos de turistas, el sol comenzó a descender, dando un especial e impresionante toque rojizo a todo el paisaje.


Fue el otro anochecer de ensueño que vivimos en Vietnam, junto con el de Long Beach,  la playa de la paradisiaca isla de Phuc Quoc.


Ese momento nos dejó embelesados, disfrutamos a cada segundo que vimos ponerse el sol, y estuvimos de acuerdo en que fue un gran acierto haber dejado este sitio para el final de nuestro viaje por este país, como la guinda a este pastel.


Por nuestras investigaciones posteriores, ya que en ese momento nadie nos informó, estamos bastante seguros que la "gran roca" se trataba de Dao Titop.

Islote de Dao Titop a la mañana siguiente.

En ese islote de roca caliza, hay una playa de arena blanca, donde paseamos y tomamos un agradable baño durante un buen rato, ya casi sin sol, apenas con la luz reminiscente del escaso día que aún nos quedaba.


Después de la experiencia, volvimos a nuestro junco, el Cristina Suite Cruise, donde disfrutamos de una relajada velada en compañía de nuestros compañeros de crucero.


Cena de primera, y karaoke con unas geniales interpretaciones solo para nosotros dos (y su esposa, claro), de nuestro compañero, el marido de Singapur, quién era capaz de cantar en cualquier idioma que le propusieran, desde chino, francés, inglés, vietnamita...dejándonos a todos, incluido la tripulación, con la boca abierta.


domingo, 20 de mayo de 2012

Bahía de Halong. La Cueva Sopresa (2ª parte)


Como decíamos, lentamente nuestro junco, nos fue sumergiendo entre las gigantescas rocas de piedra teñidas por su espesa vegetación que se reflejan en las aquí, limpias y cristalinas aguas, adentrándonos de lleno en otro mundo de tono verdoso.


El paisaje que teníamos ante nuestros ojos, era absolutamente embriagador y nos dejó entusiasmados, mirando y fotografiando todo a nuestro alrededor un buen rato.


En un rato, arribamos a una especie de cala protegida entre las enormes rocas, que tenían acondicionada para que muchos juncos y otros barcos para turistas, fondearan allí y pudieran pasar la noche.

Era el enclave estratégico para que en los botes más pequeños, que van arrastrados por los barcos mayores, los turistas salgan a inspeccionar los alrededores.


Nuestro guía apareció por la cubierta superior, donde nos encontrábamos, para avisarnos que en unos minutos, saldríamos a hacer la primera de nuestras excursiones previstas.

Dicho y hecho, en un santiamén, estábamos todo el grupo embarcados en el bote auxiliar de nuestro junco y navegábamos entre los bonitos barcos de mayor calado allí fondeados, en busca de nuestro primer objetivo turístico, La Cueva Sorpresa, Hang Sung Sot, en su nombre original vietnamita.


Antes, por el camino, nos fuimos sorprendiendo con las curiosas formaciones que hacen las rocas, que cuanto más cerca estas de ellas, más aprecias su enormidad.

Al llegar al embarcadero acondicionado en una de esas formaciones rocosas, nos encontramos con un sendero marcado para los muchos turistas que allí habíamos, y como no, tocaba ir ascendiendo poco a poco entre esa multitud de personas, que se peleaban por cada rinconcito libre para fotografiar todo lo que pudiesen.


Recuerdo que soy siempre muy respetuoso cuando alguien quiere fotografiar cualquier cosa, y procuro esperarme a que terminen de hacerlo para meterme yo a lo mio, pero allí había un grupito de francesas ya entradas en años, que a pesar de mi diligencia, ellas mostraban desprecio por todos los demás, haciendo justo contrario, no importándoles estropear la toma a los demás al meterse por medio haciéndose las indiferentes, y digo haciéndose, porque veían la cara de fastidio de los otros turistas y oían sus comentarios, y lo que hacían era reírse entre ellas, así que, mi misión ese ratito, fue pagarles con la misma moneda en todo momento. Cosa graciosa, es que no pareció hacerles la misma gracia, por los "insultitos" que proferían "por lo bajini", pensando quizás que no los estábamos entendiendo. Yo me sonreía descaradamente, igual que lo hacían ellas con los demás, cosa que curiosamente, tampoco les gustó mucho que les hicieran a ellas.


Me cansé de hacerles "la perrería" cuando llegamos a la entrada de la cueva.

La Cueva Sorpresa en si, es muy similar a las cuevas de formación kárstica que ya habíamos visto por ejemplo, el año pasado en el Sur de China, en los alrededores de la localidad de Yangshuo.


Un sendero acotado, recorre tres enormes cámaras repletas de formaciones rocosas de todo tipo, a las que se empeñan una y otra vez en buscarles parecidos imposibles:
Que si esta estalactita es "la copa del mundo", que si esta estalagmita es "el falo de roca", que se este pedrusco es "una cabeza de la tortuga", que si esta arista es "el colmillo del dragón" y aquello tal o cual...


Estaba iluminada además de la misma manera hortera con luces estrambóticas de todos los colores, muy al estilo chino, con lo que el aspecto de "turistada" se exagera aún más, si eso fuera posible, claro.


Aquí, "se nos vino abajo un mito". Es la anécdota con la que bromeamos todo el camino a partir de aquí, ya que bien fuera por "castigo divino" de haber estado "vengándome" de las señoras francesas, o simplemente por ir a hacer la "pillería" de intentar asustar a Marijose, que se encontraba distanciada de mi, atendiendo a las explicaciones de nuestro guía mientras que yo, como de costumbre me había retrasado al estar sacando fotos de todo, y cuando me acercaba sigilosamente a ella, pisé en falso, un un agujero donde yo creía que debería haber suelo, que me dí un "leñazo" padre.
Mientras caía, intenté por todos los medios proteger la cámara de fotos, por lo que caí con el hombro sobre unas rocas, ante los gritos de turistas y vietnamitas de mi alrededor.
Yo me levanté en medio segundo - ¡Aquí no se ha caído nadie! - exclamé en todo jocoso, mientras un tumulto de "exagerados" me preguntaban si estaba bien.
- ¡Qué sí, pesados...! -

Busqué inquisitivamente a Marijose, quién como ya me esperaba, estaba sentada sobre una roca, sujetándose la barriga con las manos, porque no la aguantaba de reírse de mi... ¡es que se la tengo anotada a la "burlonilla" esta!


La visita a esta "roca", acabó en un poco de tiempo libre, en el que nos dimos un paseo por el sendero acotado que ascendía a lo más alto del peñasco, desde donde obtuvimos como recompensa al esfuerzo, unas preciosas vistas de la cala, antes de comenzar el descenso hasta alcanzar nuevamente nuestro bote.




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